Cada espacio creado por el hombre respira de su propia personalidad y exhala su propia historia. La arquitectura nos habla como lo hace un libro. Sus calladas líneas, formas, recovecos, sinuosidades y materia rinden cuenta de sus intenciones, de su fuerza y de su silente energía. Agigantada escultura con la que el hombre intentó emular a Dios.